Tras pasar por varias aprobaciones, trabas burocráticas y distintas etapas de certificaciones, el sistema Bloques de Madera Encastrado (BME) desde hace un tiempo fue utilizado para edificar casi 500 construcciones en distintas partes de nuestro país y la región, totalizando más de 28.000 m2.
Por esta modalidad edilicia no sólo se pueden hacer viviendas, también oficinas y cabañas, entre otras, siempre apoyadas en el uso eficiente y sustentable de la madera, que consiste en la utilización de bloques ranurados de madera de tamaños prefijados, que son similares a los “ladrillos”, que se superponen unos a otros unidos a través de listones, tarugos de madera y tornillos metálicos que vinculados forman los muros, conformando espacios estancos en el interior.
“Utilizamos madera de pino y eucaliptos en la construcción, que son variedades de árboles netamente renovables en periodos cortos, contribuyendo con el cuidado del medio ambiente y bajando significativamente la huella de carbono (en busca de la reducción de las emisiones de CO2)”, detalló a Infobae Julio Humberto Nespeca, creador y fundador del sistema BME.
Para edificar estas construcciones, lo más importante es disponer de un terreno, y primero realizar una platea de hormigón o una base metálica perfectamente nivelada, que permitan hacer la obra y las conexiones de los servicios de agua, electricidad y gas natural (si es que hay posibilidades, ya que en algunas zonas no llega este recurso y hay que emplear otros métodos).
Las viviendas que se levantan con el sistema BME, según Nespeca, se componen de bloques de madera de forma de un paralelepípedo rectangular (según los diccionarios es un cuerpo geométrico formado por seis paralelogramos, de los cuales son iguales y paralelos los opuestos entre sí), “que posee sus ángulos longitudinales y cortos a la vista biselados y con ranuras a lo largo de sus caras de apoyo, que sirven para vincularse solidariamente con los bloques que irán dispuestos en la hilada superior en forma de traba. Resolviendo la junta horizontal de encastre entre hiladas, se utiliza un listón del mismo material”, detalló.
La construcción se realiza a través de cuatro componentes básicos, bloques (símil ladrillos), almas (listones), tarugos y tornillos.
Sobre si algo no funciona bien durante la obra, Nespeca, puntualizó, que, “no hay que entrar en pánico porque todo se soluciona rápido. Si algo queda mal, se desarma fácilmente, debido a que son piezas que van encastrándose y atornillando, y se vuelven a armar correctamente”.
Una vez que los bloques se superpusieron unos a otros unidos a través de listones, tarugos de madera y tornillos metálicos y se formó el entramado de madera y metal logrando estructurar los muros, la madera es protegida posteriormente con sellador de juntas elásticas, asegurando la ausencia de filtraciones de aire y como protección de la madera a los agentes biológicos.
Las estructuras tridimensionales que conforman este sistema, son de alta resistencia para la construcción. “Los plazos de obras son aproximadamente de 45 días para una vivienda de 100 m2 llave en mano. Y se puede levantar con una cuadrilla de 4 personas”, contó Nespeca.
La estructura del techo se realiza con vigas de madera y dependerá de las luces en los espacios el tipo de escuadría que se utilice (referido con las tres dimensiones de una pieza aserrada; largo, ancho y grueso).
El precio promedio del metro cuadrado de una vivienda de 50 m2 ronda los U$S 430, llave en mano.
Para efectuar los trabajos se utilizan las máquinas y herramientas de mano y comunes a cualquier construcción no tradicional. Y una vez construida, puede ampliarse en el futuro y “está comprobado que soporta todos los climas de nuestro país y la región”, agregó Nespeca.
Las viviendas tienen un bajo mantenimiento, un refuerzo de protección una vez al año en su exterior (barnices o esmaltes), y en su interior no lo requiere.
Se han hecho refugios de paradas de colectivo en la Patagonia, viviendas sociales, viviendas permanentes, casas de fin de semana, unidades con fines turísticos, obras públicas, escuelas e Iglesias. Fueron desarrolladas por distintas empresas licenciadas la más activa en nuestro país es por medio de la Corporación Forestal Neuquina (CORFONE) y también en otros países, como Uruguay, Chile, México y Costa Rica.
El análisis de huella de carbono de esta compañía de origen en Córdoba fue realizado por la Universidad Nacional de Chile (en el país trasandino la madera se usa mucho más que en nuestro país para levantar inmuebles). En 2019, recibió el Certificado de Aptitud Técnica (CAT), herramienta de la Secretaría de Vivienda, que entregaba en ese tiempo, como también ese año recibió la patente de invención otorgada por el Instituto Nacional de la Propiedad Industrial (INPI), que depende del Ministerio de Desarrollo Productivo de la Nación.