A menudo, el crecimiento personal en una organización no es únicamente ocupar más espacio y ser más visible, sino también dejar sitio a los demás para influir en su desarrollo. Así, la corporación se expande en base a 2 ejes. Por un lado un eje horizontal y por otro, vertical. De esta manera la organización adquiere esa tercera dimensión que le permite pivotar sobre un punto central (epicentro) para extenderse con un arco de 360°, de forma concéntrica.
Una vez hemos asimilado esta situación, nuestra permanencia en la corporación es como un “viaje” en el cual debemos ir acumulando conocimientos y destrezas. No cabe la posibilidad de olvidar el trayecto ya realizado una vez nos planteamos iniciar la siguiente etapa, ya que dichas fases previas nutren las siguientes.
Es cierto que hay personas que prefieren terminar dicho viaje de forma anticipada. A menudo porque su propósito no posee una excesiva adherencia con la propuesta de valores de la empresa o bien, por circunstancias personales que le invitan a abandonar la ruta iniciada para comenzar a caminar sobre un terreno diferente.
A menudo, dicho abandono es tratado como un error del individuo y a la vez como un fracaso de la organización. Ya sabe, toda la inversión realizada en formación, conocimiento de la estructura, la acogida, relaciones, etc…
En realidad el fracaso está en no haber medido cómo es la persona y la intensidad de sus intersecciones con la “personalidad” de la corporación.
La inmensa mayoría de asesores rellena con palabras la ausencia de métricas precisas, pero la verdad es que cuando dichas palabras desaparecen, no queda prácticamente nada. En realidad, la gran innovación se encuentra en reducir la influencia de las palabras para incrementar la de los números.
Lo cierto es que los test de procedencia psicológica no dan respuesta a estas preocupaciones. No suelen trabajar con precisión y se comportan más como un boceto que como un arte final. De hecho, la ausencia de significancia científica en sus resultados hace que sean tratados como un mero entretenimiento por parte de los usuarios y como complemento por los profesionales de los RRHH.
Por ello, ya le dijimos adiós a os tests psicológicos para darle la bienvenida a la única tecnología que ofrece resultados centesimales para medir la evolución de los individuos de forma predictiva. La tecnología algorítmica (IA) de carácter psicogénico denominada ADNe®.
Dicha tecnología replica el mapa sináptico de los individuos aplicando formulaciones sobre las combinaciones de los 9 principales neurotransmisores que rigen el comportamiento. La secuenciación de más de 36.900 millones de combinaciones emocionales posibles hace que se vean, de forma nítida y localizada, las características de cada individuo.
Son hace falta que le diga que si no poseemos una herramienta que mida con precisión, todas nuestras decisiones tendrán una gran dosis de intuición y subjetividad.
Le adelanto que mucha gente piensa en resolver el problema de conocer las afinidades entre el individuo, sus funciones a desempeñar y la propuesta de valores de la corporación, pero la verdad es que para aportar una solución certera al asunto es necesario disponer de la herramienta necesaria. No basta con decirlo. Hay que hacerlo. Hay que medirlo… y hay que “mojarse”.
Como sabe, es muy difícil apretar un tornillo con un martillo o clavar un clavo con destornillador. ¿Es posible? Sí. En el primer caso, golpeando y en el segundo… dando golpes.
Si establecer el ADNe® de un individuo no es tarea fácil, ni le cuento la problemática para fijar su correlación con el ADN de la corporación.
Como sabe, cualquier organización que se precie utiliza los mismos conceptos. Ya sabe, sostenibilidad, diversidad, bienestar, etc… pero una vez más se trata de palabras. Como bien sabe, en cuanto haga un poco de aire, desaparecerán. Se las llevará el viento.
Es importante tener en cuenta que al utilizar los números se asumen riesgos tales como incrementar la precisión. Muchas empresas prefieren quedarse en una comunicación estandarizada y no ofrecer con claridad sus caras ocultas, tratando su ADN corporativo como una superficie plana (polígono), cuando en realidad se trata de un poliedro. Están en su derecho… faltaría más.
Esta representación en 2 dimensiones es asumible cuando se expresa dicho ADN corporativo hacia la galería, pero es una práctica contraproducente cuando se trata de esclarecer problemáticas internas, tales como el reclutamiento, la promoción, evolución, etc…
Para su conocimiento le comento que la misma tecnología algorítmica que mide a las personas identifica las características de la corporación con la misma precisión. A partir de ahí, ya podemos conectar con solvencia ambos conjuntos, para así disponer de toda la información. Todo lo que usted pueda imaginar.
Es la organización la que lidera y no las personas.
El Liderazgo organizacional se basa en un flujo ascendente por capilaridad, creado por personas complementarias que poseen diferentes habilidades y destrezas pero que obtienen un equilibrado nivel en sus prestaciones.
Por ello, la eficiencia no es el resultado de la forma de ser, estar y hacer de un individuo, sino el resultado de una cadena de procesos y recursos bien sincronizados. Básicamente se trata de personas agrupadas que saben hacer lo que otras no saben hacer.
Sinceramente, pienso que el liderazgo orientado hacia el individuo es una estrecha réplica de lo absurdo, la negación de la igualdad de oportunidades y la distorsión de la realidad. Una especie de fábula en la que cada cual se ve reflejado en el protagonista.
Debe saber que entre cientos de líderes no formamos una organización líder, ya que la pugna por ser mejores hace que, en conjunto, seamos peores.
Resulta bastante habitual que las personas intentemos resolver problemas parecidos con una solución que en su día funcionó, obviando matices que indicarían que cada problema posee su “personalidad”. ¿Piensa que todas las proteínas son iguales? ¿Cree que todas las células son idénticas? Ya le digo que no.
Los recursos de las personas son múltiples y en cambio nos educamos únicamente pronunciando nuestras fortalezas y criticando nuestras debilidades. Cuando se trata de analizar a un tercero, solemos magnificar tanto sus fortalezas como sus debilidades, perdiendo toda la información existente entre unas y otras.
Debe saber que este enfoque, tan reduccionista como acomodado, solo atiende al 5% de las capacidades de un individuo. El 95% restante se diluye, se dispersa y desaparece.
Le voy a poner un ejemplo. Imagínese una persona con una tasa psicogénica del 85,14% en el orden, en el rigor y en el alineamiento normativo. Esa misma persona, seguimos imaginando, también posee un 25,01% en reactividad y un 35,78% en creatividad.
Lo habitual es desterrar las capacidades de menor intensidad (reactividad y creatividad) aplicando con plenitud esa fortaleza tan visible. Incluso se expresará que “esta persona no es creativa y que la horchata corre por sus venas”. Nada más lejos de la realidad.
Si en dicha persona estimulamos la combinación de su orden/rigor y sus pequeñas porciones de rebeldía/reactividad e imaginación/creatividad, su comportamiento será diferente al esperado y comunicado. Será más genuino, divertido y atrevido de lo que usted y él mismo piensan… siempre dentro de su esquema ordenado, normativo y perfeccionista. Por ello, le comento que no es tan importante potenciar la intensidad de lo que algunos consideran debilidades, sino incrementar su frecuencia de uso.
Solo advertirle que hay organizaciones que prefieren convivir con los problemas antes que asumir las consecuencias de las soluciones.
Mire… para terminar le voy a contar un secreto: “Las neuronas no incrementan su potencia. Simplemente aplican dicha potencia más veces”. @mundiario
El autor, ELÍAS AZULAY, es investigador en la Cátedra Innovación de la Universidad Politécnica de Valencia y colaborador en la Universidad Autónoma de Madrid (UAM) en gestión del talento, organización y equipos de trabajo. Galardonado en 2018 con el premio AEDEM por el uso de su tecnología en la asignación de la alerta temprana de la enfermedad del Alzheimer, es el desarrollador de la tecnología algorítmica ADNe, la cual descifra el comportamiento emocional replicando el modelo sináptico. @mundiario
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